Cristo viene a iluminar nuestras noches

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Bienvenida
“De noche iremos de noche, que para encontrar la fuente sólo la sed nos alumbra, sólo la sed nos alumbra”. Es el Señor el que nos convoca en este encuentro de CRISMHOM de los jueves por la noche. Es tiempo para charlar con Él, de hablarle de nuestra jornada, de contarle nuestras cosas en íntima confidencia, de relatarle nuestras preocupaciones, de darle gracias por su amor y de pedirle por nuestras necesidades, y por las necesidades de todos nuestros hermanos y hermanas. Es tiempo también de hacer silencio en nuestra alma para escuchar las mociones del Espíritu Santo, lo que nos dice, lo que nos sugiere, de sentirnos reconfortados.
Nos ponemos en presencia de Dios y procuramos hacer silencio en nuestra alma para facilitar el diálogo con Dios.  
Canto de entrada

“La misericordia del Señor, cada día cantaré” (bis)
Himno (rezar salmodiando en dos grupos)

Quédate con nosotros;
la noche está cayendo.

¿Cómo te encontraremos
al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?
Detente con nosotros;
la mesa está servida,
caliente el pan y envejecido el vino.

¿Cómo sabremos que eres
un hombre entre los hombres,
si no compartes nuestra mesa humilde?
Repártenos tu cuerpo,
y el gozo irá alejando
la oscuridad que pesa sobre el hombre.

Vimos romper el día
sobre tu hermoso rostro,
y al sol abrirse paso por tu frente.
Que el viento de la noche
no apague el fuego vivo
que nos dejó tu paso en la mañana.

Arroja en nuestras manos,
tendidas en tu busca,
las ascuas encendidas del Espíritu;
y limpia, en lo más hondo
del corazón del hombre,
tu imagen empañada por la culpa.

Canto

“La misericordia del Señor, cada día cantaré” (bis)

Meditación (Carta del Hermano Roger de Taizé, 1999)

¿Hay realidades que embellecen la vida y de las que se puede decir que aportan como una plenitud, una alegría interior?… Sí, las hay.
Una de estas realidades se llama confianza.
¿Comprendemos que, en cada uno de nosotros, lo mejor se construye a través de una confianza muy sencilla? Incluso un niño alcanza a tener esta confianza. Sin embargo, a cualquier edad, hay penas, abandonos humanos, la muerte de seres queridos. En estos años, el futuro es tan incierto que muchos pierden el ánimo. Entonces, cómo salir de la inquietud?. La fuente de una confianza está en Dios, que es amor. Su amor es
perdón, luz interior. La confianza no ignora el sufrimiento de tantos necesitados que a través de la tierra no tienen trabajo ni de qué alimentarse.
Estas pruebas nos interpelan: sostenidos por una vida de comunión en Dios, cómo asumir responsabilidades y buscar, junto con otros,
que la tierra sea más habitable? Lejos de huir de las responsabilidades, una profunda confianza
permite permanecer allí donde las sociedades humanas están quebrantadas o dislocadas. La confianza permite asumir riesgos, avanzar incluso cuando sobreviene el fracaso. Y acontece algo bello y asombroso: una confianza así nos hace
capaces de amar con un amor desinteresado, que en ningún caso es acaparador. Hoy, en el mundo, muchos jóvenes buscan subsanar los desgarros
en la familia humana. Su confianza puede hacer que la vida sea hermosa a su alrededor. Saben que en ellos una esperanza irradia incluso aunque no se den cuenta? La confianza y la esperanza se obtienen en la misteriosa presencia de Cristo. Desde su resurrección, Cristo vive en cada uno de nosotros, por medio del Espíritu Santo; es más, está «unido a todo ser humano sin excepción». Cristo en nosotros, aunque no lo sepamos. Multitudes de seres humanos ignoran que Cristo está unido a ellos y desconocen su mirada de amor puesta sobre toda vida. No obstante, Él está en cada uno, como un humilde de corazón. Llega el día en que algunos perciben su voz: «Reconoces el camino de esperanza abierto para ti? Te preparas para adentrarte en él?» Entonces, cómo no decir a Cristo: “quisiera seguirte toda mi vida, ¿conoces mis fragilidades?”
Desde el Evangelio, él responde: «Conozco tus pruebas y tu pobreza… Para perseverar en la fidelidad durante toda la vida,  piensas no tener nada, o casi nada. Sin embargo, estás colmado”.
Colmado ¿de qué? De la presencia del Espíritu Santo… Su compasión ilumina hasta las sombras de tu alma.»

Canto

“La misericordia del Señor, cada día cantaré” (bis)
Lectura del Evangelio del día. Lc 12,49-53

«He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! «¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división. Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»

Canto

“La misericordia del Señor, cada día cantaré” (bis)
Meditación/Silencio
(10/15 minutos)

Peticiones

(Después de cada petición se puede implorar al Señor cantando:
–    Kyrie, Kyrie, eleison.
–    Christe, Christe, eleison.)
 
Padre Nuestro

Canto final: “Magnificat” (JMJ 1997)


Adjunto 1
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