Los milagros ocurren todos los días. No hay nada sobrenatural en la presencia de Dios en nuestras vidas.
Hace 2 noches venia caminando a casa muy tarde sumergido en mis pensamientos (eso que hacemos los humanos). De repente un cántico me trajo a la realidad. Un simple cántico repetido una y otra vez: «Yo confío en Dios».
Veo delante de mí a una mujer trabajadora con bolsas en la mano. A unos pasos detrás de ella dos niñas cogidas de la mano que cantaban un simple cantico: YO CONFIO EN DIOS. Esa maravilla de imagen me acompaño dos calles con su música y lleno mi alma de reconocimiento de la naturaleza de Dios, de la naturaleza humana e inocente y de ese cantico que mi alma repetía interiormente al ritmo de esas dos niñas. No pude dejar de pensar en otra niña de otros tiempos: María de Nazareth.
Su «Fiat» («He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.») es el precursor de este YO CONFIO EN DIOS que, en la fe, muchos niños, niñas, jóvenes y adultos de diferentes religiones y espiritualidades vivimos a diario.
¿Por qué? Porque desde la sabiduría de un corazón humano, que retorna a la inocencia, es de donde sale la comprensión, en la certeza, de que Todo es Dios y Estamos en Dios.
YO CONFIO EN DIOS.
Gracias María, en el día de tu Asunción, por tu acogida del misterio y hacer de lo sobrenatural parte de la naturaleza de la vida.
¡Gracias MAMÁ!