La cantidad de experiencias y su intensidad sólo sirve para aturdirnos. No creo que la persona esté hecha para la cantidad, sino para la calidad […] Conviene dejar de tener experiencias, sean del género que sean y limitarse a vivir […] Todas nuestras experiencias suelen competir con la vida y logran, casi siempre, desplazarla e incluso anularla. La verdadera vida está detrás de lo que nosotros llamamos vida. No viajar, no leer, no hablar … Todo eso es mejor que su contrario para el descubrimiento de la luz y de la paz […] Para vislumbrar algo de todo esto, tuve que familiarizarme con mis sensaciones corporales y, lo que todavía es más arduo, clasificar mis pensamientos y sentimientos, mis emociones. Porque es fácil decir que uno tiene distracciones, pero muy difícil, en cambio, saber qué clase de distracciones son. Tardé un año en poner nombre a lo que aparecía y desaparecía de mi mente cuando me sentaba a meditar. (3, “Biografía del Silencio”, Pablo d’Ors).