Confiando en el plan de felicidad que el de Arriba tiene pensado para cada uno con un cariño inmenso. Habitualmente ese plan va mucho más allá que mis torpes intuiciones humanas. Mis planes no son tus planes. Hoy, mi queridísimo Señor, quiero abrirme con confianza a tus planes, a lo que detecto en mi vida cotidiana que proviene de ti para que vayas haciendo mi vida feliz a tu gusto. Contemplando y acogiendo con agradecimiento los sucesos de mi vida y los cruces con otras vidas, personas que pones a mi lado. GRACIAS, mi queridísimo Señor, por estar ahí junto a mí.