Visitando a una amiga mía y a sus tres niñas. Hacía meses que nos las veía. A las niñas las noté más mayores, muy guapas. Me hicieron un buen recibimiento. Me quedé hasta que se acostaron. Contemplando la disciplina férrea de su madre para acostumbrar a las niñas a tener orden, hacer las cosas elementales, tratarse con respeto, pedir perdón, cuidar de las cosas. Por otro lado, mirando la ternura con que trata a sus hijas al acostarse, la igualdad para que ninguna se sienta menos atendida que otra. Difícil tarea para una madre sola. Haciéndome presente sin más. Sin apenas ocasión de hablar mucho de cómo estamos o cómo nos sentimos. Siento que mi presencia en este momento es lo mejor y casi lo único que puedo ofrecer.