Sobrevive a tus heridas

Te han herido de muchas formas. Cuanto mas te abras a la sanación, mas descubrirás cuan profundas son tus heridas. Estarás tentado de desanimarte, pues debajo de cada herida que destapas encuentras otras. Tu búsqueda de la verdadera sanación será una búsqueda dolorosa. Será necesario derramar muchas lágrimas.

Pero no temas. El simple hecho de que estés mas consciente de tus heridas demuestra que tienes la fuerza suficiente para enfrentarlas.

El gran desafío es sobrevivir a tus heridas en lugar de pensar en ellas. Es mejor llorar que preocuparse, es mejor sentir profundamente tus heridas que comprenderlas, es mejor dejarlas entrar en tu silencio que hablar de ellas. La opción que enfrentas constantemente es si llevar tus heridas a la cabeza o al corazón. En tu cabeza, puedes analizarlas, hallar sus causas y consecuencias, y contar las palabras que dirás o escribirás sobre ellas. Pero no es probable que de esta manera se llegue a una curación. Necesitas dejar que tus heridas penetren en tu corazón. Entonces, podrás sobrevivir a ellas y descubrir que no te destruirán. Tu corazón es más grande que tus heridas.

Comprender tus heridas solo puede ser terapéutico cuando esa comprensión esta al servicio de tu corazón. No es fácil llegar al corazón con tus heridas: exige liberarse de muchas cuestiones. Te preguntas: “¿Por qué me lastimé? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Quién lo hizo?” Crees que las respuestas a estas preguntas te aliviarán. Pero, cuanto mucho, solo te ofrecerán una pequeña distancia respecto de tu dolor.

Tienes que liberarte de la necesidad de seguir controlando tu dolor y confiar en el poder terapéutico de tu corazón. Allí, tus heridas pueden encontrar un lugar seguro donde se las reciba y, una vez que se las recibe, pierden su facultad de infligir danos y se transforman en suelo fértil para una nueva vida.

Piensa en cada herida como pensarías en un niño que ha sido lastimado por un amigo. Mientras el niño este despotricando y desvariando, intentando volverse contra el amigo, una herida lleva hacia otra. Pero, cuando el chico siente el abrazo de consuelo de uno de sus padres, puede sobrevivir al dolor, volverse hacia el amigo, perdonarlo y construir una nueva relación. Se amable contigo mismo, y deja que tu corazón sea de tu amoroso padre mientras sobrevives a tus heridas.

(Herni J. M. Nouewen, La voz interior del amor) 


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