Y viene otro daño de aquí, que es juzgar a otros: como no van por nuestro camino, sino con más santidad (por aprovechar el prójimo tratan con libertad y sin esos encogimientos [creerse mejores]), luego os parecerán imperfectos. Si tienen alegría santa, parecerá disolución, en especial en las que no tenemos letras ni sabemos en lo que se puede tratar sin pecado. Es muy peligrosa cosa y un andar en tentación continuo y muy de mala digestión, porque es en perjuicio del prójimo; y pensar que si no van todos por el modo que vos, encogidamente [creyéndose mejores], no van bien, es malísimo. Y hay otro daño: que en algunas cosas que habéis de hablar (y es razón habléis) por miedo de no exceder en algo, no osaréis sino por ventura decir bien de lo que sería muy bien abobinaseis (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 41, 6).