Siendo un niño lo mismo hacia. En la Argentina era común que estas películas estuvieran en los canales públicos (los únicos existentes en esas épocas).
Un pequeño Norberto se sentaba frente al televisor atrapado por esas historias que aun no comprendía. Así año tras año hasta que ya esas películas desaparecieron de la programación y Norberto se convirtió en un pre-adolescente, pasando de verlas en blanco y negro a verlas en color. La Anunciación y el nacimiento, los pastores y los ángeles glorificando eran mis partes favoritas. Aun no comprendía el dolor y no podía comprender la Pasión.
Casi 40 años han pasado y Dios me ha hecho este regalo de regresarme al pasado con la experiencia del presente. Aun comprendo la Anunciación y el nacimiento pero comprendo mejor la infancia, la vida pública, el desierto de la tentación, la predicación, la gloria del domingo de ramos, el dolor emocional de vivir la comunidad del jueves santo, el dolor espiritual de Getsemaní, el dolor físico del viernes santo, comprendo la muerte, comprendo la oscuridad y el silencio del sábado y la belleza, la gloria y el Amor de la Resurrección.
Lo comprendo como un adulto niño al que aún le faltan muchas horas de televisión, de lectura, de escucha de la palabra, de práctica evangélica y, sobre todo, le falta mucho más de conversión, compunción y arrepentimiento.