Así como en Lourdes, los amigos de mi facebook espiritual se hicieron presente. Pero en esta ocasión fue un encuentro íntimo. Vinieron a la cita aquell@s que siempre están ocupados en mi, aquell@s que siempre me corrigen y son reflejos fieles. Aquell@s que me recuerdan siempre lo que soy y lo que estoy destinado a ser. En dos palabras: «Los cañeros».
Una sola mirada, una palabra, una actitud y ya están dando una patada al trasero de mi memoria para hacerme ver lo adormecida que se queda a veces. Lo aletargada, o sumergida en la desidia, que queda mi alma entreteniéndose en las falacias de esta humanidad propia en la que está sumergida.
Pero no siempre el dolor que me produce recordar me sumerge a recuperar la recta intención y, las ataduras de aquello a lo que estoy aferrado, simplemente me lastiman más.
Si tan solo pudiese hacer mías las palabras de Jacinta …
«Sufro mucho, pero ofrezco todo por los pecadores y para reparar el Inmaculado Corazón de María»