Puede que al principio, cuando el Señor hace estas mercedes, no luego el alma quede con esta fortaleza; más digo que si las continúa a hacer, que en breve tiempo se hace con fortaleza, y ya que no (aunque no) la tenga en otras virtudes, en esto de perdonar sí. No puedo yo creer que alma que tan junto llega de la propia misericordia, adonde conoce la que es y lo mucho que le ha perdonado Dios, deje de perdonar luego con toda facilidad y quede allanada en quedar muy bien con quien la injurió; porque tiene presente el regalo y merced que le ha hecho, adonde vio señales de grande amor y alégrase se le ofrezca en qué le mostrar alguno (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 36, 12).