Contemplando a personas muy queridas vomitando sapos y culebras afincados en las entrañas durante meses. Contemplando diálogos acalorados, pero por una vez hechos con cariño. Viendo heridas enquistadas, juicios, prejuicios, faltas de acierto. Mirando también conversaciones sinceras, duras pero con el cariño capaz de vencer las diferencias.
No juzguéis y no os juzgarán. Porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. Gracias, Señor, porque tu forma de juzgarnos es entregar tu vida por nosotros.