¡Oh dichosas almas que son amadas de los tales! (los que practican el amor espiritual). ¡Dichoso el día en que los conocieron! ¡Oh Señor mío! ¿no me haríais merced que hubiese muchos que así me amasen? Por cierto, Señor, de mejor gana lo procuraría que de ser amada de todos los reyes y señores del mundo […] Cuando alguna persona semejante conociereis, hermanas, con todas las diligencias que pudiereis, procuren trate con vosotras […] Luego os dirán que no es menester, que basta tener a Dios. Buen medio es para tener a Dios tratar con sus amigos; siempre se saca gran ganancia, yo lo sé por experiencia; que después del Señor, si no estoy en el infierno, es por personas semejantes (Camino de Perfección, Santa Teresa de Jesús).