Como mucha gente en este planeta, he nacido en el siglo pasado. Un siglo que se caracterizó porque la humanidad vivió experiencias nuevas con constancia: guerras mundiales, genocidios de cifras desorbitadas, liberación sexual, emigraciones masivas, el desarrollo de las artes visuales, el descubrimiento de los antibióticos, la cibernética, etc, etc, etc. Todo esto, y más, en solo 100 años.
No es extraño entender que se necesitará poner etiquetas a las cosas. Una necesidad de saber dónde está cada cosa y definir su lugar para no confundirse.
Pero compartimentar todo, al final, no nos ayudó a ser más prácticos ni más libres.
Simplemente sirvió para saber que «eso etiquetado» soy o no soy yo y crear más guerras, más genocidios, más segregación, más separación, más de todo.
Antes de que el lenguaje nos ayudará a comprender la múltiple diversidad que existe en nuestro interior y, por ende, en la humanidad toda, pues las etiquetas nos ayudaron a separarnos más, a negar más, a perseguir más, a crear la intolerancia, la radicalidad, la incomprensión.
A desvestir a los humanos de su «ser libre», de su dignidad, de su realización y el poder de decidir las formas de lograrlo.
Hace 48 años un grupo de PERSONAS humanas cansadas de los atropellos salieron pacíficamente a las calles a decir: somos, estamos, existimos, valemos!.
Fue el primer orgullo gay. (Que pena que PERSONAS debamos luchar por el reconocimiento de ser quienes somos. Algo que ya la existencia nos da al darnos vida)
A partir de allí las etiquetas (que apenas tienen 100 años) heterosexual, homosexual, gay, lesbiana, bisexual, pansexual, asexual, transexual, intersexual, andrógino, etc. comenzaron a aparecer.
Soy nacido en el siglo pasado. Hay cosas de estas que aún no comprendo pero he llegado a «comprender» que no debo hacerlo. Que simplemente debo «aceptar» que todo es posible y que TODXS tenemos derecho a vivir nuestras posibilidades en esta vida.
He trabajado durante 49 años para aceptar mis posibilidades, vivirlas, construirlas (con ensayo y error), amarlas, ayudar a otros a lo mismo.
Hoy puedo decir que estoy ORGULLOSO de mi diversidad, de mi aceptación, de mis posibilidades, de SER HUMANO y aún sigo creciendo (y creyendo) en ello.