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Desgraciadamente hoy los hombres y mujeres lgtbi siguen siendo tratados en algunos sectores de la sociedad y de la Iglesia como leprosos sociales, como seres impuros, pecadores y enfermos. Lo más grave es la interiorización de esta apreciación negativa que hacen algunos sectores sociales y eclesiales en personas Lgtbi cristianas que lleva a la culpabilización y al autorechazo, a que se consideren ellas mismas leprosos morales.
Lo primero que hay que manifestar es que las personas Lgtbi como creadas por amor a imagen y semejanza de Dios, no están enfermas, son personas muy sanas y dignas en su identidad afectivo sexual; son vasijas bien hechas por las manos del Alfarero Divino.
Jesús, rompiendo las reglas rituales religiosas, acoge, toca y acompaña a los leprosos sociales de su época. Jesús sigue reconociendo, acogiendo, mostrando su amor e invitando al discipulado a hombres y mujeres Lgtbi, aún leprosos invisibles en la Iglesia. Además las personas lgtbi son invitadas, como hace el evangelista San Marcos con el leproso, a ser pregoneros del Evangelio en todas las partes especialmente en medio de su colectivo.
Lo segundo que quiero remarcar es pedir perdón de parte de la Iglesia por las actitudes y manifestaciones eclesiales que han atentado y atentan contra la dignidad de las personas lgtbi y que les causa tanto dolor y sufrimiento. Pedir perdón porque incomprensiblemente algunas diócesis española siguen promoviendo terapias reparadoras a las personas lgtbi con la iniciativa y apoyo de sus obispos.
Lo tercero es felicitar y alentar a las personas lgtbi que luchan y trabajan por la normalización y el reconocimiento de los derechos y la dignidad de las personas lgtbi en la sociedad y sobre todo en la Iglesia. Aunque se va despacio, ya se van viendo frutos de su trabajo en la Iglesia. El encuentro hace unos días de Crishmom con delegados de la Vicaria de Pastoral Social e Innovación de la diócesis de Madrid y la visita y acogida en ese encuentro por parte de Don Carlos Osoro, arzobispo de Madrid es un paso esperanzador e ilusionante. Quiero dar las gracias especialmente al Vicario Episcopal, don José Luis Segovia por su implicación personal en la defensa y reconocimiento eclesial del colectivo lgtbi y por la iniciativa de este encuentro, su cálida acogida y sus palabras de apoyo y aliento.
Las personas lgtbi son personas sanas y buenas por su identidad afectivo sexual. Los leprosos y “malos” son aquellos que siguen culpabilizando y estigmatizando al colectivo lgtbi. Espero que ya en esta próxima Cuaresma, abriéndose al Espíritu Santo cambien de actitud, se curen pronto y se conviertan de “leprosos” en misioneros de la diversidad afectivo sexual dentro y fuera de la Iglesia. Esperemos que den los primeros frutos en Pascua.
(Padre Ramón Llorente Garcia)
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor