2017-12-10 «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.»

En este segundo domingo de Adviento el protagonista es Juan Bautista, el precursor del Mesías. Era un hombre con una gran autoridad moral por su humildad, austeridad de vida y su valentía profética.
Su función era preparar el corazón ante la inminente venida del Señor. Para ello era necesario dejar limpio y sin piedras la senda de la propia vida para que el Señor pueda aterrizar y circular por ella. Qué obstáculos y barreras ponemos a Dios para que no arraigue y transite por nuestra vida?
Juan Bautista invitaba a sus oyentes a la confesión de los pecados y a la conversión. Este tiempo de Adviento es un tiempo penitencial. Te sugiero que celebres el sacramento de la Reconciliación para que el Señor limpie de tropiezos tu camino vital y seas una autopista diáfana donde Él pueda circular.

Invito a las personas LGTBI  a que celebren este sacramento donde se sentirán amados profundamente por Dios en su condición afectivo sexual, recibirán el perdón de sus pecados , la acogida misericordiosa de la Iglesia y la gracia para crecer en la santidad. Tengo la seguridad que la mayoría de los sacerdotes acogerán y acompañarán con cariño y amor paternal a las personas LGTBI en el confesionario. Esto es lo que está pidiendo el papa Francisco a los confesores: que el confesionario no sea una sala de torturas sino un recinto del amor y misericordia de Dios para todos los penitentes.
(Padre Ramón Llorente Garcia) 
 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 1-8

 

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.  Está escrito en el profeta Isaías: 

«Yo envío mi mensajero delante de ti  para que te prepare el camino. 
Una voz grita en el desierto: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.»»
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: –«Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»


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