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El Evangelio de hoy nos habla de esta tercera venida del Señor en la vida diaria. Para percibir la presencia de Jesucristo es necesario estar bien despiertos, estar atentos y vigilantes. Si estamos solos centrados en nuestras cosas, si andamos distraídos en los escaparates navideños y si bajamos la guardia de nuestra vida espiritual, el Señor vendrá a nuestra vida y no lo veremos. El Señor también viene en el hermano LGTBI que necesita ser escuchado, que reclama nuestro tiempo o precisa de una palabra de aliento.
(Padre Ramón Llorente Garcia)
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 13, 33-37.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: —Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡velad!