Hay dos aspectos que caracterizan el ministerio de Jesús de Nazaret: la participación en banquetes y su dedicación a sanar íntegramente a las personas. Desgraciadamente muchas veces hemos convertido el cristianismo en una religión donde se destaca el sufrimiento, el dolor, la tristeza, y la resignación. Como dice frequentemente el papa Francisco muchos cristianos andan con cara de funeral. El evangelio de este domingo nos invita a recuperar el sentido de gozo de sentirnos hijos e hijas de Dios, la alegría de vivir y transmitir la buena noticia de Jesús y el carácter festivo de nuestras celebraciones litúrgicas.
Hoy celebramos también la memoria de Santa Teresa de Jesús. Mujer animosa y entusiasta decía a sus monjas:”andar alegres sirviendo”. La verdadera santidad es alegría porque “ un santo triste es un triste santo”.
El colectivo lgtb ha sido y sigue siendo un colectivo perseguido, maltratado, y humillado. También es un colectivo que por su lucha militante ha ido consiguiendo el reconocimiento de sus derechos civiles. Esto tiene que ser motivo de felicitación y de alegría. Por el sufrimiento acumulado en muchas ocasiones el colectivo lgtb cae en un victimismo dolorista. Por supuesto que hay que solidarizarse con el dolor de tantos hombres y mujeres que por su condición sexual han sido y son perseguidos y discriminados pero eso no debe llevarnos al pesimismo y a la tristeza.Frente a ello las personas lgtb deben vivir la alegría de su diversidad afectivo sexual y transmitir con gozo la riqueza existencial de su condición sexual y la experiencia de sentirse amados por Dios y miembros queridos de la Iglesia. Como resumen, unas palabras de la doctora de la Iglesia:” no dejen de andar alegres”.
(Padre Ramon Llorente Garcia)
Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,1-14):
En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: «Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda.» Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: «La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.» Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?» El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: «Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: «Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda.» Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: «La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.» Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?» El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: «Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»
Palabra del Señor