INTRODUCCIÓN VIERNES SANTO 2015
Esta celebración de Viernes Santo, he querido que fuese una oración eminentemente contemplativa, de silencio y meditación ante el misterio del dolor. También de adoración silenciosa de nuestro Dios, que ha querido compartir con nosotros todas las tragedias. Para ello, he elegido una travesía por varios autores del siglo XX, músicos y poetas no necesariamente cristianos, pero que han gritado a Dios, como Jesús en la cruz.
El primero es Francis Poulenc, un músico francés, este sí, cristiano, con el sobrecogedor comienzo de su Stabat Mater. El segundo es Paul Celan, un poeta judío de habla alemana, poeta suicida, que grita a Dios todo el horror del Holocausto. Vamos a escuchar también a Job, que litiga incansablemente contra Dios, porque sabe que el daño que sufre no es fruto de su pecado. Y también una saeta del pueblo gitano, un pueblo que a lo largo de la Historia ha sufrido todo tipo de discriminaciones. Escucharemos también a George Trakl, poeta austriaco, drogadicto, atormentado por el amor incestuoso por su hermana, que se suicidó ante la visión de los horrores del frente en la Primera Guerra Mundial. Y por supuesto, escucharemos la voz de Jesús en su Pasión.
Como cristianos, sabemos que la única respuesta que Dios da al dolor del ser humano, es la entrega a ese mismo sufrimiento por amor. Y que la gloria de Dios, que atraviesa la muerte, se revela al tercer día en resurrección de la carne herida.
A D O R A C I Ó N D E L A C R U Z
STABAT MATER ( F. Poulenc )
Stabat mater dolorosa Estaba la madre dolorosa
Justa crucem lacrimosa junto a la cruz llorosa
Dum pendebat filius de la que pendía su hijo.
TENEBRAE
Estamos próximos, Señor,
próximos y apresables.
Ya apresados, Señor,
Uno en otro enzarzados, como
si la carne de cada uno de nosotros fuese
tu carne, Señor.
Ora, Señor,
invócanos,
estamos próximos.
Ladeados por el viento íbamos,
caminábamos para inclinarnos
sobre la zanja y la oquedad.
Al abrevadero íbamos, Señor.
Era sangre, era
lo que tú has derramado, Señor.
Brillaba.
Nos arrojó tu imagen a los ojos, Señor.
Los ojos y las bocas tan abiertos están, tan vacíos, Señor.
Hemos bebido, Señor,
la sangre con la imagen que en ella estaba.
Ora, Señor.
Estamos próximos.
Paul Celán
SILENCIO ( 10 minutos )
Jesús llegó con sus discípulos a un huerto que llamaban Getsemaní, y les dijo:
– Sentaos aquí, mientras yo me voy allí a orar.
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo:
– Me muero de tristeza. Quedaos aquí y estad en vela conmigo.
Adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y se puso a orar diciendo:
– Padre mío, si es posible, que se aleje de mí ese trago. Sin embargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.
Mateo 26, 36-39
SILENCIO (10 minutos )
“ …Una sombra soy yo lejos de oscuras aldeas.
Silencio de Dios
Bebí en la fuente del bosque.
Frío metal huella mi frente.
Arañas buscan mi corazón.
Hay una luz que se apaga en mi boca…”
George Trakl
SILENCIO ( 10 minutos )
Vivía yo tranquilo cuando me trituró
me agarró por la nuca y me descuartizó, hizo de mí su blanco:
cercándome con sus saeteros
me atravesó los riñones sin piedad y derramó por tierra mi hiel,
me abrió la carne brecha a brecha
y me asaltó como un guerrero.
Me he cosido un sayal sobre el pellejo
y he hundido en el polvo mi hombría;
tengo la cara enrojecida de llorar
y la sombra me vela los párpados;
aunque en mis manos no hay violencia
y es sincera mi oración.
Job 16, 12-17
SILENCIO( 10 minutos )
SAETA AL CRISTO DE LOS GITANOS
¿Quién me presta una escalera para subir al madero
Para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?
Al llegar el mediodía toda aquella tierra quedó en tinieblas hasta media tarde. A media tarde gritó Jesús muy fuerte:
– Eloí, Eloí lemá sabaktani ( que significa: “ Dios mío, Dios mío ¿ por qué me has abandonado?”)
Algunos de los presentes, al oírlo,decían:
– Mira, está llamando a Elías.
Uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña y le dio de beber diciendo:
– Dejadlo, a ver si viene Elías a descolgarlo.
Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró, y la cortina del santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.
El capitán, que estaba frente a él, al ver que había expirado dando aquel grito, dijo:
– Verdaderamente este hombre era hijo de Dios.
Marcos 15, 33-39
SILENCIO( 10 minutos )
PADRE NUESTRO
CANTO FINAL: Nada Te Turbe
( 4 veces )