Ya viene, ya se siente, está cercano el Amigo, el Salvador; viene a buscarnos y liberarnos de nuestra oscura noche.
El que dijo “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré.”
No hay persona que pueda decir estas palabras fuera de Jesus.
Podemos, tal vez, decirlas para algunas personas muy relacionadas con nosotros, pero decírselas de verdad a todas nos resulta imposible.
Solamente Cristo puede decir estas palabras, porque Cristo es hermano nuestro y Padre de todos y cada uno de sus hijos.
Nos dice también que su carga es ligera y que confiemos en El para imitarle, que ese yugo se nos hará ligero y fácil de llevar.
No nos promete quitarnos de encima nuestro yugo, pero si nos promete su fortaleza para llevarlo con facilidad, incluso con alegría.
Para algunos el Evangelio se les ha convertido en un yugo pesado, no ven en el mas que molestias.
A estos podríamos preguntarles: ¿pero qué Evangelio os han predicado?. Ciertamente no el de Cristo.
Ciertamente no la Buena Nueva de Cristo.
El Evangelio de Cristo es anuncio de Salvación, noticia gozosa de vida plena, de tu vida, y proclamación gozosa del amor del Dios.
Ya viene, ya llega, se le siente cercano, está en nosotros el Salvador.
Canto
1ª lectura. Isaías, 7, 10-14 la joven encinta.
El Señor dijo también a Acaz: “pide al Señor tu Dios que haga un milagro que te sirva de señal, ya sea abajo en lo más profundo o arriba en lo más alto”.
Acaz contesto: “No, yo no pondré a prueba al Señor pidiéndole una señal.”
Entonces Isaias dijo:
Escuchad vosotros, los de la casa real de David.
¿Os parece poco molestar a los hombres, que también queréis molestar a Dios?
Pues el Señor mismo os va a dar una señal:
La virgen esta encinta y va a tener un hijo, al que pondrá por nombre Emanuel. (Dios está con nosotros).
Silencio
2ª lectura Lucas 1, 26-38
A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel, a un pueblo de Galilea, llamado Nazaret, a visitar a una mujer virgen llamada Maria, que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado Jose, descendiente del Rey David.
El ángel entró donde ella estaba, y le dijo:
-¡Te saludo, favorecida de Dios! el Señor está contigo.
Cuando vio al ángel, se sorprendió de sus palabras, y se preguntaba que significaría aquel saludo.
El ángel le dijo:
-María no tengas miedo, pues tu gozas del favor de Dios. Te vas a quedar encinta: tendrás un hijo, y le pondrás por nombre Jesus. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo; y Dios el Señor lo hará rey, como a su antepasado David, para que reine por siempre en la nación de Israel. Su reinado no tendrá fin.
Maria preguntó al ángel:
-¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?
El ángel le contesto -El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Dios altísimo descansará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo el Hijo de Dios. También tu parienta Isabel va a tener un hijo, a pesar de que es anciana; la que decían que no podía tener hijos, esta encinta desde hace seis mesess. Para Dios no hay nada imposible .
Entonces Maria dijo: -Soy la esclava del Señor: ¡Que Dios haga conmigo como me has dicho! Con esto el ángel se retiró.
Silencio
3ª lectura Apocalipsis 3, 19-21
Yo reprendo y corrijo a los que amo. Por tanto sé fiel y conviértete a Dios.
Mira, estoy llamando a la puerta: si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaremos juntos.
A los vencedores les daré un lugar conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono.
¡Quien tenga oídos, escuche lo que el Espíritu Santo dice a las iglesias!”
Silencio
Meditación 10’
Ecos de las lecturas,
Acción de gracias y rogativas.
Oración comunitaria.
Padre Nuestro
Bendición.
El Señor nos bendiga y nos guarde, nos muestre su Rostro y tenga misericordia de nosotros. Vuelva su Rostro a nosotros y nos conceda la paz. El Señor nos bendiga, hermanos y hermanas, amen.
Sed felices, quereos mucho, cuidad un@s de otr@s.
Dad gracias constantemente a Dios, bendecid su Nombre.