La extensión del matrimonio igualitario y su creciente aceptación en los Estados Unidos está poniendo a los centros superiores de enseñanza católicos ante la disyuntiva de reconocer estos matrimonios a efectos de funcionamiento interno o no hacerlo alegando motivos religiosos. Algunas universidades, sobre todo jesuitas, han decidido de hecho reconocer las parejas del mismo sexo casadas, lo que ha generado protestas de algunos obispos.
No se trata sin embargo del único caso de universidad católica que toma esta decisión en los Estados Unidos. Otras 21 universidades de los jesuitas también reconocen los matrimonios entre personas del mismo sexo a efectos de funcionamiento interno. También la Universidad de Notre Dame, en Indiana (esta no vinculada directamente a los jesuitas) ha decidido reconocer estos matrimonios.
Al justificar su decisión, las universidades tratan de mantener un delicado equilibrio. Por un lado, afirman su adhesión a la doctrina católica sobre el matrimonio, pero por otro hablan de la necesidad de cumplir la ley, pues muchas de estas universidades se encuentran en estados que ya reconocen el matrimonio igualitario. Además, apelan significativamente al “principio de misericordia”, como algunos denominan la actitud que diversos sectores de la jerarquía católica, con el apoyo del papa Francisco, estaría fomentando hacia divorciados y personas LGTB.
En palabras del presidente de la Universidad de Creighton, el padre Tim Lannon, “no ha sido una decisión fácil. Tras mucha oración y discernimiento, creo que extender los beneficios es lo correcto. Esta decisión conlleva la tensión entre la enseñanza de la iglesia sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo y la preocupación de justicia social por la atención y bienestar de las familias de nuestros colegas”. El presidente de la Universidad de Notre Dame, el reverendo John Jenkins, ha afirmado por su parte que “reconocemos una llamada urgente para acoger, apoyar y apreciar a nuestros hermanos y hermanas gais y lesbianas, que demasiado a menudo han sido marginados e incluso apartados de entre nosotros, y que en muchos casos portan las cicatrices de este trato”.
Enfado de la jerarquía
Muy distinto es el punto de vista de una parte de la jerarquía católica. Especialmente contrariado se ha mostrado George Lucas, arzobispo de Omaha, diócesis donde se encuentra la Universidad de Creighton. En palabras suyas: “estoy decepcionado por el anuncio del Padre Lannon (…). Aunque pretenda que no se está afirmando la aprobación de los matrimonios entre personas del mismo sexo, ése es precisamente el mensaje que está dando la universidad (…). No hay tensión entre la doctrina católica y la justicia social. Ambas están fundadas en las mismas verdades sobre la naturaleza de la persona humana, la complementariedad de hombre y mujer y el significado de la vida humana y el amor. Al tiempo que experimentamos tensión al asegurar el respeto y trato justo a todas las personas, incluidas aquellas con atracción por el mismo sexo, tenemos el derecho a esperar de una universidad católica que nos ayude a ver un camino justo hacia delante, arraigado en la fe y fundado en la rica tradición intelectual católica. Creighton no ha logrado satisfacer esa expectativa con esta expansión de beneficios”.
Kevin Rhoades, obispo de Fort Wayne–South Bend, donde se encuentra la Universidad de Notre Dame, defiende por su parte que no se apliquen estos beneficios apelando para ello a la libertad religiosa. “Querría que se estudiara más qué lo que la ley requiere y qué protecciones relativas a la libertad religiosa tienen Notre Dame y nuestras otras instituciones católicas para que no se vean obligadas a cooperar en la ley que redefine el matrimonio. Nuestra Conferencia Episcopal de Indiana está estudiando estos asuntos”, ha declarado.