2014-04-24 Oración comunitaria ecuménica No busquéis entre los muertos …

Jueves de la 1ª semana de Pascua
 
“NO BUSQUÉIS ENTRE LOS MUERTOS AL QUE ESTÁ VIVO”
¿Por qué ni los discípulos ni María reconocen a Jesús en las primeras apariciones?
¿No tenía el mismo cuerpo? ¿O estaban tan cegados por la tristeza, por la desesperación, por la duda… que por ello n podían reconocerle? Es un misterio. 
Y nosotros, ¿cómo reconocemos a Jesús Resucitado? Su presencia se nos da a través del Espíritu Santo. ¿Tendremos demasiada tristeza y desesperanza como para no reconocerle?
 
 
A veces esperamos mensajes extraordinarios por parte de Jesús, grandes acontecimientos y se nos olvida que el Maestro sale a nuestro paso en lo cotidiano, a través de las personas y realidades con las que cada día nos encontramos.
¿Estamos dispuestos a hacer silencio y abrir los ojos para verle en todo y en todos?  ¿Daremos testimonio de su vida en medio de los hombres?
 
Canto de entrada:
 
JESÚS ESTÁ ENTRE NOSOTROS, 
ÉL VIVE HOY Y SU ESPÍRITU A TODOS DA.
JESÚS, RAZÓN DE NUESTRA VIDA,
ES EL SEÑOR, NOS REÚNE EN PUEBLO DE AMOR. 
 
Cambia nuestras vidas con tu fuerza.
Guárdanos por siempre en tu presencia.
Tú eres verdad, Tú eres la paz.
 
Rompe las cadenas que nos atan.
Llénanos de gracia en tu Palabra.
Gracias, Señor. Gracias, Salvador.
 
Nuestras existencias hoy te alaban.
Nuestros corazones te dan gracias.
Tú eres amor, Tú eres canción.
 
Lectura del Evangelio de Lucas
 
El primer día de la semana, al rayar el alba, las mujeres volvieron al sepulcro con los aromas que habían preparado, y encontraron la piedra del sepulcro corrida a un lado. Entraron, pero no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Estaban aún perplejas, cuando dos hombres se presentaron ante ellas con vestidos deslumbrantes. Llenas de miedo, hicieron una profunda reverencia. Ellos les dijeron:
 
-¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recordad lo que os dijo cuando estaba en Galilea. Que el Hijo del hombre debía ser entregado en manos de pecadores, que iban a crucificarlo y que resucitaría al tercer día. 
 
Ellas se acordaron de estas palabras y, al volver del sepulcro, anunciaron todo esto a los once y a todos los demás. Fueron María Magdalena, Juana, María la de Santiago y las demás mujeres que estaban con ellas las que comunicaron estas cosas a los apóstoles. Pero ellos pensaron que se trataba de un delirio, y no las creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro. Al asomarse, sólo vio los lienzos, y regresó a casa admirado de lo sucedido.
 
 
YO SOY EL QUE VIVE. Ain Karem.
No busques entre los muertos a la Vida,
Ponte en pie, alza la mirada.
No busques en la muerte al que vive para siempre.
Abre las puertas, sal a su encuentro,  ve con tu hermano.
No temas, dice el Señor, yo soy el que vive.
Estuve muerto pero ahora vivo para siempre,  para siempre.
 
 
El Papa Francisco nos decía ayer:
Esta certeza de que Dios vive habita en los corazones de los creyentes desde esa mañana de Pascua cuando las mujeres fueron a la tumba de Jesús y los ángeles les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?» (Lc 24,5). Estas palabras son como una piedra millar en la historia; pero también una «piedra de tropiezo», si no nos abrimos a la Buena Noticia, ¡si pensamos que un Jesús muerto molesta menos que un Jesús vivo!
La Resurrección de Jesús es una alegría verdadera, profunda. En cambio, ¿cuántas veces en nuestro caminar diario buscamos la vida entre las cosas muertas, entre las cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que hoy están y mañana no estarán más? 
No es fácil estar abierto a Jesús. No se da por descontado aceptar la vida del Resucitado y su presencia entre nosotros. El Evangelio nos hace ver diversas reacciones: la del apóstol Tomás, la de María Magdalena y la de los dos discípulos de Emaús: nos hace bien compararnos con ellos. Tomás pone una condición a la fe, pide tocar la evidencia, las llagas; María Magdalena llora, lo ve pero no lo reconoce, se da cuenta de que es Jesús sólo cuando Él la llama por su nombre; los discípulos de Emaús, deprimidos y con sentimientos de derrota, llegan al encuentro con Jesús dejándose acompañar por ese misterioso viandante.
¡Cada uno por diferentes caminos! Buscaban entre los muertos al que está vivo, y fue el mismo Señor el que corrigió el rumbo. Y yo, ¿qué hago? ¿Qué rumbo sigo para encontrar a Cristo vivo?
¡Tenemos necesidad de sentirnos repetir y de recordarnos mutuamente la advertencia del ángel! Esta advertencia ¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo?, nos ayuda a salir de nuestros espacios de tristeza y nos abre a los horizontes de la alegría y de la esperanza. Aquella esperanza que remueve las piedras de los sepulcros y alienta a anunciar la Buena Nueva, capaz de generar vida nueva para los otros.
 
¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? (Lc 24,5) Esta pregunta nos hace superar la tentación de mirar hacia atrás, a lo que ha sido ayer y nos empuja adelante, hacia el futuro. Jesús no está en el sepulcro, ha resucitado,
 
¡Él está vivo, está con nosotros! ¡No vayamos por tantos sepulcros que hoy te prometen algo, belleza… y luego no te dan nada! ¡Él está vivo! ¡No busquemos entre los muertos al que está vivo!
 
 
Espacio de silencio y oración personal…
 
Momento de compartir…
 
Padre Nuestro
 
Oración comunitaria LGTB:
 
Señor Jesucristo, imploramos tu protección e intercesión ante el Padre por toda la comunidad LGTB, por todas aquellas personas que no se aceptan a sí mismas, que sufren en soledad, son perseguidas por su orientación sexual o su identidad de género y que no son comprendidas, ni aceptadas en su entorno más cercano. También te damos gracias y te pedimos por Crismhom, para que juntos construyamos tu Reino y seamos luz y faro en nuestra comunidad LGTB de Madrid. Amén.
 
GRACIAS. Brotes de Olivo.
 
Hoy Señor te daré las gracias por mi vivir. Por la Tierra y mis amigos, porque siempre fue feliz.
Por el tronco en que nací y la savia que encontré. Y los brotes que nacieron portadores de tu fe.
Por las veces que caí y las que me levanté. Porque siempre en ellas vi el Amor de tu poder. 
Por lo bueno que viví y en lo que sentí dolor. Siempre en todo yo te vi. Te doy gracias Señor.
 
 
 
Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga su amor infinito e inquebrantable. 
Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. 
No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase.
¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante!
 
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
 
 
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