Comenzamos el tiempo de Adviento con el deseo de estar atentos y despiertos: porque un niño nace nuevamente entre nosotros. Un niño que con su inocencia entra en nuestra vida y lo va poniendo todo patas arriba.
Hoy pedimos para que le dejemos acampar y entrar. El Adviento va sobre preparativos, estar pendientes de un nacimiento, la esperanza de una venida, tener las cosas a punto. Cuando un niño nace, acapara toda la atención. El Adviento es la etapa final del embarazo. Un niño nace y acampa entre nosotros. Viene a compartir, a hacerse nuevamente uno de nosotros hasta la venida final del Señor. El inicio de nuestro Señor omnipotente es el de un niño indefenso que sólo puede subsistir con nuestros cuidados. Preparad el camino al Señor, haced rectas todas sus sendas. Que el lobo habite con el cordero. No harán daño y estrago por todo mi Monte Santo. Consolad, consolad a mi pueblo, que se ha cumplido su servicio y está pagado su pecado. Bajaste, y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él. Este es el clima del Adviento. Dispongámonos y preparémonos porque un niño se nos ha dado, al que llamarán Dios Todopoderoso, el Padre perpetuo, el Príncipe de la paz. Hagámosle un hueco en nuestra vida aunque nos ponga todo patas arriba. Él a cambio, nos dará la felicidad
Profetizando con denuncia y renuncia. Poniendo a Dios primero y después a las instituciones. Intentando hacer cosas ordinarias con amor extraordinario. Porque Dios no busca a los capaces, sino que capacita a los que buscan. Saliendo de nosotros mismos, de nuestros lugares cómodos, para salir a otros distintos donde a pesar de poder estar más incómodos, en realidad nos encontramoss mucho mejor. No queriendo sólo hacer memoria de lo que sucedió, sino deseando vivamente celebrar lo que está por venir. En nombre de CRISMHOM, os deseamos una muy FELIZ NAVIDAD:
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Y la soberanía reposará sobre sus hombros. y le llamarán: Maravilloso Consejero, Dios Todopoderoso, Padre Perpetuo, Príncipe de la Paz. (Isaías 9, 10) |
“For unto us a child is born, Unto us a Son is given. And the government shall be upon his shoulder. And His Name shall be called: Wonderful Counsellor, Almighty God, The Everlasting Father, The Prince of peace”. (Isaiah 9, 10) |
Queridos todos y todas:
Hace unos días un buen amigo me regaló un icono del Buen Samaritano. En mi oración de estos días esa parábola tan conocida ha estado muy presente. La parábola del Buen Samaritano no es uno de los Evangelios que podremos escuchar estos días en la Liturgia, pero creo que refleja muy bien el misterio de la Navidad. Sí, también la humanidad tirada al borde del camino, a veces malherida, y llena de victimas ha sido levantado por Dios, que cual buen samaritano se acerca a nosotros en la noche de Belén, y en las noches de la historia, curando nuestras heridas cargándonos en sus hombros y ofreciéndonos la salvación, una vida plena.
Saborear el amor de Dios, su cercanía, su caminar a nuestras lado para curar nuestras heridas, es Navidad. Lleno de amor hizo pequeña su grandeza, se ha entregado sin ninguna reserva; en una explosión de caridad se hizo pecado por nosotros para que no tuviéramos miedo al encontrarlo. A cada uno de nosotros, como buen Samaritano, nos levanta y nos devuelve la vida, la vida plena. Navidad es disfrutar este amor explosivo de Dios, inabarcable, inagotable, no sólo por la humanidad, sino por mí en particular. Y “si Dios nos ha amado de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros”. Este es el mensaje central de la Navidad: el amor de Dios que se derrama y que da fruto, que se hace fraternidad universal, deseos de paz, de bondad y de belleza.
En nombre de la Junta directiva y en el mío propio, desearos una Navidad llena de Dios, de alegría y paz. No os aburro más, pero no me resisto a poneros unas palabras del Papa Francisco en la “Evangelium Guaudii”. Aparte de disfrutar de la pandereta, el polvorón y el confeti no olvidéis deteneros silenciosamente en la cuna de Belén, y allí escuchad estas palabras que resumen muy bien el porqué Dios vino a la Tierra.
“El mundo está lacerado por la guerras y la violencia, o herido por un difuso individualismo que divide a los seres humanos y los enfrenta unos contra otros en pos del propio bienestar. En diversos países resurgen enfrentamientos y viejas divisiones que se creían en parte superadas. A los cristianos de todas las comunidades del mundo, quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente. Qué todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis. Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta ley ¡Cuánto bien nos hace amarnos en contra de todo! Sí ¡en contra de todo! ¡Hagámoslo hoy! ¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno!” (E.G. 100-101)
Feliz Navidad, y un año nuevo lleno de ilusión y de amor fraterno.