SÉPTIMO ANIVERSARIO CRISMHOM: COMUNIDAD EN CONTINUO PENTECOSTÉS
El 3 de junio de 2006, vísperas de Pentecostés, un pequeño grupo de cristianos lgtb iniciamos la andadura como asociación-comunidad. Han transcurrido siete años desde aquel día y, aunque jóvenes todavía, hemos realizado un intenso y apasionante trayecto.
Somos conscientes que el Espíritu Santo es el fundador de nuestra comunidad. Él en su providencia no sólo nos ha dotado de los recursos materiales que necesitamos moviendo los corazones de personas que en principio no nos conocían o pudieran estar en sintonía con nuestra orientación sexual e identidad de género si no, lo más importante, ha atraído a nuestra comunidad a muchas personas que nos han enriquecido enormemente con su presencia y testimonio de vida cristiana.
Aquel día fue un verdadero Pentecostés para nuestra comunidad, pues recibimos la misión-encargo del Señor, y a su vez, el carisma y la fuerza-luz necesaria para llevarlo a cabo. ¿Y cuál fue el carisma específico que nos otorgó el Señor? La comunidad durante estos años ha hecho un discernimiento sobre cuál es su identidad y misión. Este carisma nos da unidad en la diversidad de experiencias, carismas personales, formas de pensar y de sentir la Iglesia, inquietudes evangelizadoras, etc. Nuestro carisma que dota de ser y sentido a Crismhom es la evangelización del colectivo lgtb. Todas las acciones y actividades de Crismhom van orientadas a esta misión, y carecerían de fidelidad a la misión otorgada si se desvinculan de la evangelización.
Pero recordar cada año esta fecha de la fundación como acción de gracias por tanto bien recibido, no debe ser un mero recuerdo complaciente de lo bien que hemos hecho las cosas. Al contrario, debe ser un permanente discernir sobre la voluntad de Dios para nosotros, que implica siempre novedad y desinstalación de posibles autocomplacencias. Celebrar Pentecostés es celebrar la presencia del Espíritu Santo en nuestra comunidad que nos guía y anima para afrontar nuevos retos pues la Palabra de Dios es siempre nueva y profética ante la realidad siempre cambiante que nos rodea.
El siguiente texto del libro de los Hechos de los Apóstoles nos puede ayudar a hacer una reflexión sobre cómo evitar el peligro de la satisfacción y el riesgo de no abrirse a los signos de los tiempos donde podemos descubrir la voluntad de Dios hoy para nosotros.
Hechos (44:15:1 – 44:15:35)
Entonces algunos que vinieron de Judea enseñaban a los hermanos: “Si no os circuncidáis de acuerdo con el rito de Moisés, no podéis ser salvos.”
Puesto que surgió una contienda y discusión no pequeña por parte de Pablo y Bernabé contra ellos, los hermanos determinaron que Pablo, Bernabé y algunos otros de ellos subieran a Jerusalén a los apóstoles y ancianos para tratar esta cuestión. Entonces los que habían sido enviados por la iglesia pasaban por Fenicia y Samaria, contando de la conversión de los gentiles; y daban gran gozo a todos los hermanos. Una vez llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y por los apóstoles, y les refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos que habían creído se levantaron diciendo: —Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de Moisés. Entonces se reunieron los apóstoles y los ancianos para considerar este asunto. Como se produjo una grande contienda, se levantó Pedro y les dijo: —Hermanos, vosotros sabéis como, desde los primeros días, Dios escogió entre vosotros que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, dio testimonio a favor de ellos al darles el Espíritu Santo igual que a nosotros, y no hizo ninguna diferencia entre nosotros y ellos, ya que purificó por la fe sus corazones. Ahora pues, ¿por qué ponéis a prueba a Dios, colocando sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Más bien, nosotros creemos que somos salvos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos. Entonces toda la asamblea guardó silencio. Y escuchaban a Bernabé y a Pablo, mientras contaban cuántas señales y maravillas Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles.”
La meditación de este texto nos puede dar pistas de ciertas actitudes que como comunidad en misión que somos necesitamos discernir y actualizar en nuestro momento actual en Crismhom.
Es evidente que la Iglesia se jugó en esta asamblea su futuro y pervivencia, y a su vez, la universalidad del evangelio. Si hubiera tomado fuerza la postura autocomplaciente y legalista “religiosa” desde luego el mensaje de salvación (felicidad) de Jesús no hubiera traspasado la frontera del judaísmo; y la humanidad no hubiera conocido el rostro paternal y misericordioso del Dios revelado en Jesús.
¿Qué actitudes podemos recoger de este texto para nuestra comunidad y su futuro?
1.- La lectura vital y permanente de los signos de los tiempos.
A veces tenemos la tentación de enfocar nuestra misión desde un centro erróneo. Nos situamos nosotros en el centro y deliberamos qué podemos ofrecer al mundo. Ciertamente son importantes los proyectos claros y eficaces, la organización y sus estructuras. Sin embargo ¿no corremos el peligro de quedarnos sin ver lo que el ambiente que nos rodea nos demanda? El proceso pienso que debe ser a la inversa; son los signos que nos llegan del mundo los que deben movilizar nuestros corazones y acciones para responder adecuadamente a los anhelos de Dios y a las necesidades personales de quienes se nos acercan.
Nuestra comunidad es diversa, hay personas con mucha experiencia cristiana y formación, otros con vivencia de fe pero con formación deficiente; otros alejados de la fe y vienen a nuestra comunidad buscando recuperarla, y otras personas vienen por diferentes motivos, pero muchas veces detrás de ellos está la soledad y la marginación por su orientación sexual e identidad de género. ¡Cuántas personas rotas que necesitan salvación, felicidad!
Todas estas personas son llamadas de Dios a nuestra comunidad. Sí, habrá personas agradables y desagradables; equilibrados y con problemas psicológicos, con buena posición económica y social, y pobres con muchas necesidades. Todos deben ser acogidos para que les llegue el mensaje liberador de Cristo. En algunos casos no puede ser una mera acogida asistencial, si no que la comunidad deberá buscar medios para promocionar y ayudar a estas personas a recuperar su dignidad que tienen como hijos de Dios que son.
¿Pero el pobre, el marginado, el desequilibrado, el pesado puede provocar problemas en la comunidad? Evidentemente sí, porque está en una situación diferente a los que por suerte no padecen ninguna de esas situaciones. Decía Madre Teresa de Calcuta a sus novicias cuando estas sentían cierta repulsión al cuidar a los enfermos y pobres, pues estos tienen por cualidad no oler bien y un rostro marcado por la marginación: “ Ved en ellos el rostro de Cristo; y ellos verán en vosotros el rostro de Cristo”
Una comunidad que no está pendiente de la situación social que la rodea y no acoge a la persona tal y como llega, será religiosa pero no cristiana.
2.- El discernimiento comunitario
Todos tenemos carismas, cualidades o dones que nos da Dios al servicio de los demás. Estos carismas se descubren en la vivencia y quehacer de la vida comunitaria; no son medallas que ostentamos. Son los talentos puestos al servicio de la comunidad y la misión.
Esto que es una riqueza, en ocasiones puede generar ciertas tensiones en la vida comunitaria debido al ímpetu carismático de unos y a la pasividad carismática de otros. Crismhom está lleno de carismas, pero todos ellos deben estar puestos al servicio del carisma común: la evangelización del colectivo lgtb. Pero una comunidad evangelizadora también debe ser a su vez evangelizada sino quiere perder la fuente de su quehacer.
Pensar que ya lo hemos conseguido todo a nivel de fe; vivir de rentas o de una fe aburguesada en nuestras experiencias pasadas, anteponer nuestra ideología religiosa o social y pensar que es la mejor para todos, no solo genera tensiones innecesarias si no que paraliza la acción del Espíritu en nuestra comunidad; y lo que es peor, pierde mordiente profética de cara al testimonio frente a las iglesias y la sociedad.
En Crismhom hay suficientes medios y actividades para crecer en comunidad, como decíamos en nuestro último Congreso celebrado en febrero de 2013. Nuestro reto es implicarnos en ellas de forma efectiva y vital, no meramente asociativa o de voluntariado.
Sólo desde la perspectiva de una fe basada en la formación continua, la vivencia comunitaria, la oración y el trabajo por los demás nos puede capacitar para poder discernir lo que conviene y es adecuado a la voluntad de Dios en el día a día de nuestra comunidad.
3.- Sencillez, sencillez, sencillez …
¿Por qué no nos alegramos de los logros de los hermanos? ¿Por qué tenemos suspicacias sobre el proceder de las personas? ¿Por qué somos poco agradecidos con los hermanos que dedican lo mejor de sí a la comunidad? ¿Por qué no somos sencillos?
Estas preguntas y sus respuestas las dejo a criterio del lector. Eso sí, de su respuesta dependerá que esta comunidad de Crismhom viva en permanente Pentecostés, vivificada y guiada por el Espíritu; o por el contrario, seamos una comunidad burguesa atrincherada en sus propias estructuras, pero desde luego alejada del regalo que nos otorgó Dios al contar con nosotros, los de la “frontera” de las iglesias para llevar el mensaje transformador del amor a los que también están en la “frontera” de la sociedad.
Julio M.
Presidente Fundador de Crismhom
Textos bíblicos: Hechos 2,1-11. 1 Corintios 12,3b-7.12-13. Juan 20,19-23. Con la creación hace siete años de Crismhom se produjo en Madrid el Pentecostés arco iris lgtb. El Espíritu Santo descendió sobre un grupo de cristianos homosexuales y formó una comunidad eclesial ecuménica. Crismhom será conducido no por la ley o norma gris eclesial que margina y condena la dignidad y el comportamiento lgtb sino por la rúah (espíritu) de Dios que crea una comunidad multicolor de rica diversidad afectivo- sexual. Es el Espíritu el único que hace posible que hombres y mujeres lgtb+h entren a formar parte del nuevo Pueblo de Dios.