Mis fuentes

Por ejemplo, el sentimiento difuso de ser diferente o estar marginado, de hallarse «aparte», la adhesion a modelos lite­rarios o artisticos más que a modelos familiares o sociales, porque son las únicas escapatorias disponibles. El niño gay -aqui hay que hablar de «infancia gay»- se ha cerrado primero en sí mismo y ha organizado su propia psicología y su relacion con los demas alre­dedor de su secreto, de su silencio. De esta vida interior extrae su capacidad de transformación. Es quizá lo que explica la relación tan particular, y tan a menudo escrita, de los homosexuales con el mundo de los libros y de la cultura.

 

Didier Éribon, Reflexiones sobre la cuestión gay, Anagrama 2001, pág 50.

 

Me presento.

       Hola, me presento. Francisco, de Madrid, habitual de Crismhom desde hace más de un lustro. Casualmente me llamo con el nombre elegido por Bergoglio. Católico, ecuménico, gay, algo silencioso con la voz ―pero no tanto con los dedos―. Converso, como tantos otros. Como Bradomín, feo, católico y sentimental. No he matado del todo a mi antiguo Ego ateo agnóstico, me gusta hablar con él y darle cariñosos pescozones. Le llevo ahí pegado como a un siamés. Me gusta esta imagen de la película Acción Mutante. Álex y Juan son hermanos siameses, pero uno de ellos resulta muerto en el lejano planeta Axturias. Así somos los conversos, arrastramos muerto nuestro viejo yo materialista no-creyente.

 

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